domingo, 20 de abril de 2014

Señora que se estira



Ya es día 20. Hemos superado con creces el ecuador del mes de abril. Pero sólo en días.
Las creces no son tantas en lo que se refiere a las arcas hogareñas. Ahí más bien decrecen los doblones.
El otro día haciendo limpieza de cajones, vi una carpeta que rezaba "Nóminas". Tiro de gomilla y me pongo a ojear. Hay un montón, pero tiro a las más antiguas, las vintage.
Llego hasta las que venían en pesetas, las que la hora extra se remuneraba, ains.... qué cifras tan apetitosas, tan bien nutridas, tan llenas de orgullo y satisfacción.
No las de ahora, tímidas y apocadas, tan magras, que en vez de llenarte de orgullo, te llenan de dudas. ¿Se habrán equivocado? ¿Me habrán dado la nómina del deshollinador en vez de la mía?
Y la pregunta más chunga: ¿Llegaré hasta el 31 sin tener que vender las joyas de la tatarabuela?
Vuelvo al pasado, a las nóminas con olor a naftalina. Las hay que ya la tinta se va diluyendo, como esas horas extras, las hay que parecen papiros egipcios, tan amarillentas. Cuanto más amarillean, más valiosas, más generosas en el montante final.
Y no hace tanto tiempo oiga, que parece que estoy hablando de los tesoros de los reyes católicos. O catódicos, que en mi oficio le pega más.
Pero aunque sean de antesdeayer miras lo que cobrabas en el 92 y lo que cobras ahora y se te caen dos lagrimones. Aquí, en esta mi carpeta, se debieron inspirar para hacer "El increíble caso de la nómina menguante". Cualquier tiempo pasado en este tema, no sólo fue anterior.
Y luego para más inri estamos las señoras cenizas.
Que hay un fallo en la máquina de fichar y no se contempla el tiempo real, con lo cual desaparece la nocturnidad de la soldada, me toca. Faltaría más....
Que a los de recursos humanos se les ocurre hacer una prueba de recorte extra a ver cómo se lo toma la peña, y eligen a unos pocos, yo soy la primera del grupo agraciado.
Qué suerte. Así estoy, todo el día.
Reclamando y estirando, reclamando y estirando...

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