¡Qué bien sabe ese momento en que termina la labor y lo sellas con un trago! Merecido. Después de turnos eternos, de estreses y de cuentas atrás.
Da igual dónde, a la vuelta de la esquina, a la puerta de una tiendecilla de barrio, una lata fresquita, un brindis y una bolsa de Doritos. Gran manjar.
Lo llamamos "tropezón", antes de volver al hogar.
¿Tropezamos?, pregunta uno...
Y ahí estamos, en pleno tropiezo.
!Qué bien sabe!
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