Estoy trabajando en una Unidad Móvil para retransmitir los carnavales.
Esta señora ha pasado de poner las calles a primera hora a convertirse en lechuza trasnochadora. Con jet lag incluído.
La primera noche no di yo cabezazos ni ná.... necesitaba un puntal justo en la papada. Si encima el acto de luchar contra la somnolencia es amenizado por una comparsa entonando un canto lastimero, la gesta pasa a ser heroica.
Pero todo tiene su fin y a las 4 de la mañana te metes en el sobre, llena de orgullo y satisfacción. Y sueño en cantidades industriales.
A las 5 de la madrugada, aproximadamente, minuto más, minuto menos, el bebé de los de arriba, comparsista también, me dedica un pasodoble. Un pasodoble versión extendida, para que no nos falte de nada. Como recordatorio de la noche. El chaval se ha quedado fuera de las tablas del Falla y reivindica su sitio. A los padres me los imagino embobados, escuchando la copla desde la cama. Porque no se oyen pasos. No hay arrastre de alpargatas. Sólo la llantina cada vez más desesperada.
Ahí recuerdo mis tiempos de mamá joven, cuando mis bebos pedían el biberón a las tantas, que me tiraba en plancha sobre la cuna y preparaba el antídoto lacrimógeno con una mano mientras sostenía en el otro brazo al pequeñajo.
Es una forma excelente de que deje de desgañitarse al sentirse atendido en los cálidos brazos de mamá.
Tal vez de esta forma cortes en seco su carrera de tenor, pero también puede que les libres de atragantos y ronqueras y sobre todo, la vecindad que probablemente no haya pedido participar cada noche en el show nocturno, lo agradecerá sobremanera. Seguro.
Mejor vamos a escuchar a India Martínez y Jesús Bienvenido.
Gloria bendita
No hay comentarios:
Publicar un comentario