Una marca en el calendario indica que hay que pasar la ITV al coche.
Hace un par de años que fui al mismo menester y ya no me acuerdo de las preguntas. Reconozco que me pone algo nerviosa todo lo que tenga que ver con coches.
Pero hay que pasar por ello como si fuera un examen de reválida.
Mi amiga Bel que lo tiene reciente me recuerda el cuestionario y que hay que abrir el capó. Es que a ella esa pregunta la pilló en bragas. Se sabía todas, las luces, los limpias y los cinturones y va el examinador y le suelta "Abra usted el capó".
Mi amiga Bel se quedó muerta. Porque una está hecha a abrir el maletero, pero el capó....
Bueno, pues se lo agradezco y me lo apunto.
A las 3 salgo del curro y sin comer ni una triste pera, me voy a la ITV.
Todo es muy moderno. Te sacas la cita en una maquinita, pasas por ventanilla donde una chica muy sonriente te cobra 43 euracos y esperas en la puerta a que la matrícula de tu coche salga en una pantalla. Hace calor. A los 10 minutos de espera ya me sé de memoria la matrícula.
Por fin sale el número agraciado y el número de un carril por donde tengo que dirigir mis ruedas.
El señor que me atiende es un señor serio. En estos sitios deben de exigir eso.
Aunque el que me tocó hace dos años recuerdo que terminó preguntándome de donde era porque decía que no tengo acento andaluz. ¡Qué chiquillo!
Al decirle que de Salamanca me suelta el hombre, "Ah, de allí era El Cid".
No quise llevarle la contraria por si me suspendía. O por sí El Cid al que él se refería era algún torero o delantero centro y no el que andaba con mallas y panoplia marcando tendencia hace algunos años.
El señor serio de hoy me dice "Abra usted el capó".
Bingo ¡Me la sé! Aunque con el entusiasmo se me resista el manubrio consigo abrirlo y el señor serio se pone con el palito del aceite y demás aparatos de medir cosas. Lo miro y ahora me recuerda al de "Regreso al futuro", tan metido en faena con sus cachivaches.
Luego me dice que me salga del utilitario e invade mi espacio.
Mira las luces y los cinturones. Levanta los asientos traseros y me dice que allí hay un gorro de paja. Espero que eso no quite puntos. Toma notas y más notas.
A continuación los frenos. Hasta que entiendo cómo tengo que frenar hacemos varias pruebas.
Más fuerte. No tan rápido. Ahora no. Ahora si.... Esto parece un coito.
- " Y ahora cuando yo le diga, pone el freno de mano y no se asuste"
¿Que no me asuste? Al poner el freno de mano el coche se va para atrás de golpe y yo suelto un gritito.
El señor serio se ríe. Pues no tiene gracia. Para una vez que se ríe, la criatura. Lo mismo hasta lo expedientan por mostrar los incisivos.
Los otros señores que se examinan en otras pistas también me miran. Ea, ya estoy dando la nota...
En fin, pasó a la prueba en la que el señor de repente desaparece pero oigo su voz, lejana,
dando órdenes, ¿cómo no?....
"Mueve el volanteeeeee" "Frenaaaaa"
Miro a todos lados con mosqueo. Si ya de por sí, estando de cuerpo presente te sientes cohibida, cuando se convierte en espíritu acojona.
Y encima el coche empieza a moverse como sí estuviera poseído. Y yo con el estómago vacío. Ay, qué fatiga.... Sólo hace falta que me diga:
" Carolain, ve hacia la luuuuuz"
Y más o menos es así, pero en vez de hacia la luz me manda a la salida. Llego a la meta.
Luego ¡zas! el señor serio aparece por arte de magia al lado de mi ventanilla y me da una pegatina.
- "Pues esto es todo. Hasta dentro de un año"
Vuelve a sonreír.
Aprobé.
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