domingo, 17 de agosto de 2014

Señora que hace un plan renove


Tarde de sábado justo en el ecuador de agosto. 
Aceptación de la realidad. El tiempo pasa, las lorzas firman la permanencia y por mucho que te guste ese vestido de encaje no vas a volver a habitarlo. Como mucho a embutirte a duras penas y pedir luego ayuda para que te saquen de el.
Los armarios rebosantes de viejas glorias piden un plan renove.
Mi hija sonríe de forma malévola mientras prepara una maleta para rescatar de la quema todo aquello que le agrade. 
- "Te veo más gorda", me ha dicho en la piscina, sabiendo que esa frase es la cabeza de cabra que tirará el portón de la fortaleza.
Porque, para los que no estuvieron allí, en el medievo los soldados para derribar el portón empujaban con un tronco que remataba en una cabeza de cabra. 


O por lo menos así es en el castillo de Playmobil, gran referencia histórica.
Y a que venía esto?  Ah, sí, a que con decirme oronda me pongo a tirar vestidos por la almena.
Y ella que va llegando a mi etapa de escaso tallaje, recoge el legado de fondos de armario sin pasar por caja. 
¡Qué bueno eso de tener una madre adicta a la moda!
Porque ni que decir tiene que yo era compradora compulsiva, de esas que señalan en el calendario el primer día de rebajas e incluso se lo cogen libre en el trabajo. 
Volver cargada de bolsas y cajas de zapatos era como haber ganado la Liga, la Champions y el Carranza sí me apuran. 
Y luego exhibía orgullosa mis mejores adquisiciones apuntandome a todo sarao cercano o de media distancia.
Ains, qué tiempos..... 
Yo creo que todo tiene una edad.
Antes la agenda llena de eventos. 
Ahora voy a lo justito. Y me cuesta una jartá auparme a unos tacones para una velada nocturna. 
Soy de las primeras que hace una retirada al estilo galo y en cuanto enfilo el paseo marítimo, me deshago de mis zapatos de cristal para calzarme las cómodas alpargatas de Cenicienta.
Y así pasan los días y mis vestidos de gala languidecen en los armarios del ala norte, añorando noches de esplendor.
Pero una tiene sus etapas, como Picasso. 
Y la de ahora tampoco está mal. Más intimista, más viajera, más familiar.... 
Lo importante es disfrutarlas. ¿Verdad Pablo Ruiz?



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