No soy muy de celebraciones marcadas por el almanaque.
Me gusta más celebrar los momentos con los que la vida te sorprende muy de vez en cuando. Un pueblecito bucólico y escondido, un logro de alguno de mis vástagos, una pirueta de la gata...
Pero es cierto que cuando vas empatizando con las pirámides de Egipto en cuanto a trienios, empiezas a tomarle gustillo a esto de celebrar. La vida se convierte en una carrera de obstáculos en la que cada vez menos gente llega a la meta.
Últimamente se está muriendo gente que antes no lo hacia.
En fin, después de esta solemne conclusión y de cruzar con éxito la meta un año más, redundo en mi filosofía de vivir el momento a tope.
Gracias a todos los que hoy tenéis la deferencia de pasaros por mi muro a regocijaros conmigo por este año que es como un título.
Señores, ¡hay Liga!
Un abrazo y tomaros un dulce.
Felicidades blogera
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