sábado, 20 de febrero de 2016

Señora que hace guardia un sábado


Día 20 y sábado
El viento ulula en Tarifa, aquí por fin sale el sol y yo me pongo el traje de guardia.
Me toca una vez cada mes y medio, que ojalá me tocara más a menudo porque me gusta.
El silencio que hay en unas salas que normalmente son como un bullicioso mercado, la humanidad reducida a la mínima expresión: dos para la radio, tres para la tele, uno que conduce, otro que vigila, una que asea...
Cada día me convierto en un ser más huraño, cuanta menos gente haya alrededor mejor.
No me gustan nada las aglomeraciones, los corrillos de humanos eufóricos, sobre todo cuando hacen rular una cría de delfín de mano en mano. Vale, ya me he pasado, la gente que me rodea no hace semejantes barbaridades, pero aprovecho para que quede constancia en mi blog que muchas veces el ser humano es una vergüenza.
Y ver espectáculos de ese calibre no ayuda a ser sociable. En fin, ya me puse seria.
En cuanto metes en tu diario un apunte de la cruda actualidad se fastidia el buen rollo. ¡Qué asco más grande!
Nada, hoy no es el día. Me ajusto el gorro de pelo que parece un micrófono y me voy a la garita a paso de oca. Y tiro porque me toca.

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