Más lluvia. A ratos sale hasta el sol de forma tímida, pero de golpe y porrazo se oscurece y caen jarros con ansias renovadas.
Los del Rocío van mutando en anfibios y los reporteros de Andalucía Directo lucen branquias y aletas.
Hay que ir al curro. Busco unas mallas en el armario. ¡Qué invento, las mallas para las señoras redonditas como yo!
Gracias Superman por el invento... ¿o fue Magallanes?
Pues eso, que busco y saco una pila de ellas, pero todas, toditas con boquetes en la entrepierna.
No entiendo por qué cosen las mallas de aquella manera.
Si saben que la clientela más fiel de este artículo somos las señoras de amplio muslamen, miembras todas de "Caderas sin fronteras".
Es tan fácil como reforzar la zona ulterior.
Pues no, un pespunte de tres al cuarto y sin rematar, que te aguanta una puesta, dos a lo sumo, y si subes y bajas de un coche, diez minutos.
Yo, que soy una sibarita de la aguja, las remiendo, aunque llega un momento en que mis piernas parecen talmente lomos embuchaos.
Menos mal que es una zona que a no ser que te despatarres, no está muy a la vista.
Allá vamos, con los boquetitos...
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