Escena cuarta.
12 de la mañana.
Sábado y por ende día de libertad figurada.
La señora confiada, al ver asomar un par de rayos de sol se vino arribita e hizo recolección de ropajes usados, manteles con lámparas y calcetines en forma de guiñapo para poner una lavadora.
La máquina no había terminado su último baile y ya la reunión de nubarrones olía a motín.
La señora tendió su colada despacito, mirando con desconfianza el horizonte.
Se puso a hacer la paella de los sábados y antes de que el arroz se pusiera en modo on, ya vio pasar a Noé con su arca desde la ventana de la cocina.
¡Oh, cielos! Chuzos. Cántaros. La señora, rauda y veloz se lanza en plancha sobre el tendal, y recoge la ropa de forma vertiginosa. Da gusto verla, cual Cenicienta chapuzada, en una mano el barreño rebosando gayumbos, toallas y calcetines y en la otra la cuchara de palo.
Organización. La señora abandona el barreño, toca a rancho para que sus tiernos efebos salgan de sus madrigueras y con ellos da buena cuenta de la paella.
22 y 30 de la noche.
La señora desde su sofá observa cómo el salón de la casa se ha transformado en algo fantasmagórico, en la casa de "Los otros" o similoide.
De una puerta cuelgan unos pantalones, sobre el respaldo de las sillas brotan camisas y camisetas y en cada pomo o manilla se asientan bragas, slipes y sostenes.
La señora suspira, abre una cerveza, observa como a lo lejos se difumina el arca del amigo Noe, y estira los pies sobre el cojín de la mesita de poner pies.
Escena quinta??
Ya no me acuerdo. Debería llevar la contabilidad, pero una es de letras. Bueno, dejémoslo en quinta.
15 horas y cinco de después de comer. Hora de la siesta.
La señora coge con desgana la bicicleta, comprueba que las ruedas tienen oxígeno, nitrógeno y argón y se encamina al curro en este Nopuente de la Constitución. Es un Nopuente porque ora trabajas, ora no trabajas y tiras porque te toca. Y hoy toca.
Al menos los chuzos terminaron y hace sol.
La señora tira por el Nocarrilbici, que es un carril bici hecho con desgana, sin apenas señalización, probablemente por falta de pintura. O de interés.
Le falta la línea discontinua en medio y aunque cada dos kms es posible que tenga pintada la silueta de una bici de Atapuerca, la gente que pulula por la zona no es muy de fijarse en el arte a ras de suelo. Así que empieza la partida.
La señora sortea acá un viejo desnortado, allá un niño de capucha roja que corre en espiral , acullá un rebaño de ñus...
La señora pasa esta etapa sin víctimas que lamentar y al llegar a esa obra majestuosa comparable a las pirámides egipcias, que es el puente de la Pepa, se pregunta en que siglo terminarán las obras que le permitan continuar derechito por debajo del puente.
De momento, como cada día, la partida se complica al tener que desviarse rodeando el Corte Inglés, sorteando hordas de compradores compulsivos, visa oro en mano que entran y salen del templo del despilfarro cargados como los negritos del Cola Cao.
¿Crisis?¿What crisis?
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