miércoles, 6 de agosto de 2014

Señora que labora


Llega una a trabajar después de algo menos de un mes y anda una medio sorda.
Lo primero que me dice el sistema es que mi contraseña de acceso ha caducado. Me da la sensación de que he estado fuera un lustro, de que despierto en la nave Nostromo y todo es diferente. Cambiemos. O renovarse o morir.
La falta de personal también produce extrañeza. Esto parece el arca de Noe en versión reducida. Un elemento de cada especie. 
Un redactor de radio, uno de tele, un montador, un cámara, un técnico, un vigilante....un, un, un.... y no de todos los departamentos. Sólo los estrictamente necesarios para que la nave vuele.
Me voy a mi Avid y no me reconoce. Pero bueno..... si sólo he estado fuera 29 días. ¿Tengo un Avid con alzheimer? 
Pregunto al técnico y parece ser que en mi ausencia lo han reseteado. 
El pobre.... acabaron con sus recuerdos. Criatura. En fin, tendremos que volver a hacernos amigos. 
Lo que me ha gustado ha sido volver a hinchar las ruedas de la bici en la gasolinera y salir corriendo como una bala a las 7 de la mañana, con la fresca. Como una bala de poco calibre, aclaro.
Qué sensaciones tan estupendas produce la ciudad vacía. A mi, que odio las aglomeraciones me encanta. Las calles como en Walking Dead pero sin zombis.
A esas horas todo el mundo dormita excepto un borrachín con el que me cruzo, de andares vacilantes que intenta volver al hogar.
En agosto no trabaja nadie. Por mucho que se imagine Rajoy. ¡Qué inventiva tiene el barbitas!
La vuelta a casa será otra cosa, con Lorenzo calentándome la azotea. 
Pero para eso aún quedan unas pocas horas.
La labor me espera...

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