jueves, 29 de octubre de 2015

Señora a la que recetan tacones




El médico dice que tengo fascitis plantar. (No veas cómo duele la fascitis esa...)
Otra patología para mi álbum de cromos.
Dice el galeno que abuso de caminar sobre zapato plano. 
Y también de andar descalza cual moza selvática. 
El caso es que me ha recetado tacones. Y como en la seguridá sosiá no cubren la receta, me he subido a la escalera portable en busca de cajas de zapatos, olvidados sobre armarios y altillos. 
Una hora más tarde, hay sobre la cama todo un revoltijo de cajas. No tenía idea de que acumulara tanta aguja y plataforma. Con tan buena pesca me apunto un tanto y guardo mi desnutrida cartera.  
Tenemos el producto, ahora queda volver a utilizarlo. 
El primer par que me calzo es una monada. ¡Qué bien queda el pie!
¡Cómo realza mis pantorrillas!
No hay color en la comparativa con alpargatas o deportivas. 
Una se encarama a estos artilugios y ve el mundo a sus pies. La gente es bajita y humilde y diríase que hayas subido un punto en el escalafón. En algún escalafón... 
Pero luego viene la parte difícil; hay que moverse, y esto no es como nadar o montar en bicicleta. 
Soy un pato. 
Me tambaleo y mis pasos se convierten en pasitos de geisha. 
Más lenta que el caballo del malo, tengo que decir a los compañeros que reduzcan su ritmo si quieren disfrutar de mi noble compañía.
La fascitis no sé si sigue ahí, porque al poco rato me duele todo el pie. 
Pero si mi galeno me ha recetado altura, aquí estoy yo enalteciéndome. 
Esto me recuerda a cuando años atrás, una galena a la que acudí una época que me mareaba cada dos por tres por tener la tensión por los suelos, me recetó alcohol. 
Y una servidora era una señorita que sólo tomaba Kases y Trinas de manzana.
   - ¿Te gusta el coñac?
   - Pues no, oiga. Soy una dama.
   - ¿Y el wiski?
   - Puagh...
   - Entonces cómprate una botella de vino bueno y te tomas una copita o dos en las comida. Ya verás como acaba gustándote.
Y de esta manera tan original y por prescripción facultativa le cogí el gusto al drinking. 
Me temo que con esta nueva prescripción, en breve estaré saliendo con una panda de drag queen.
Al tiempo...

martes, 27 de octubre de 2015

Señora que llega a los 18


Como cada 27 de octubre subo la foto de cumpleaños laboral con mis dos contertulios. 
Este año la celebración es muy especial porque cumplimos los 18. Ya somos  mayores en edad. dignidad y gobierno. 
Ojalá sigan cayendo muchos más. 
En qué buena compaña llegué a la ciudad trimilenaria.
¡Felicidades Víctor y Nacho!




lunes, 19 de octubre de 2015

Señora que se le deshacen los zapatos


¿Es Carrie Bracho con sus Manolo Blanick? Seguramente todos habéis pensado que sí. Me confunden mucho por la calle. Un agobio, oye... pero no. 
Soy yo mimma, con mis Pikolinos vintage. 
De aquesta manera quedaron estos magníficos ejemplares en cuestión de metros. ¿Lluvia ácida? ¿Carrera desorbitada de esta servidora? ¿Más kilómetros que la maleta del fugitivo? Nada de eso. 
Es simple. La edad, que no perdona, la muy cabrona.
Los avisté casualmente el otro día mientras recogía los escarpines de estío. Ya los tenía más que olvidados, como suele pasar con la mitad de lo que almacenamos en altillos y bajillos. 
De estética atemporal, tapaditos por si lloviznea, tacón medio-alto, un básico mayormente. 
Desconozco los trienios que acumulan, todo sea dicho, pero me temo que ya estaban en el máximo permitido. Probablemente de la era de Viriato.
Esta mañana me levanté y al escuchar los chuzos caer, vi llegada la gran ocasión. 
Salí muy ufana, llena de orgullo y satisfacción por lo bien que elijo el calzado de calle.
No había llegado a la esquina de mi edificio, cuando sentí en la planta del pie un fresquito de origen húmedo y/o acuoso.
Dos metros más adelante me convertí en ave palmípeda. Cada paso era un chof-chof y la sensación de ir descalza se fue acrecentando. El piso de goma iba desapareciendo en cada paso como si lo que pisara en vez de charcos fuera magma volcánico.
A duras penas llegué al coche, me senté y vi de cerca en lo que se habían convertido mis adorables Pikolinos. Espeluznante, que diría Piqueras.
Moraleja. De vez en cuando darse una vuelta por el archivo a ver el espesor de las telarañas y la fecha de caducidad del fondo de armario.