viernes, 29 de abril de 2016
Señora que danza
Día 29 y viernes
*San Viernes, previo a 3 días 3 de festividades.
*Día de cobro.
*Santa Catalina de Siena. Felicidades a Caterinas, Catherines, Katys, Katias, Katianas... ¡qué nombre tan internacional!
*Día Internacional de la Danza.
Grandioso día, por todo lo que confluye en él.
Yo bailo, pero en la intimidad.
De chica quería ser bailarina, de las de tutú, pero mi madre no lo tenía en previsiones.
Había que hacer un desembolso considerable y no era poco el esfuerzo que hacía mi muy honorable mamá para que una menda estudiara en colegio de tronío y pago mensual en sobre, así que lo asumí y me esforcé por destacar en gimnasia rítmica, que entraba dentro del casi todo incluído.
Hice mis pinitos y cabriolas sobre una barra de equilibrio, que a veces no dejaban bien fijada al suelo y se movía como la compresa de una coja, pero llegué a balancearme cual Comaneci de cercanías, hasta que una lesión irreversible en las muñecas acabó con mis aspiraciones olímpicas.
Más tarde, ya en la temprana adolescencia bailaba cada viernes en la discoteca Amayuelas, en los bailes del insti, y le ponía tanto entusiasmo que gané un trofeo en una reñida competición. Eran los tiempos de Travolta, al que idolatraba, y en mi apariencia física intentaba asemejarme a Sandy Olson, en su parte menos ñoña, la de cuero y mallas negras.
Hoy en día bailo poco. Ya no está una para muchas lambadas, pero a veces me sorprendo a mi misma arrancándome con una polca los jueves, aunque en primavera me inclino más por la mazurca. El caso es bailar.
Danzad, danzad, malditos...
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