miércoles, 20 de abril de 2016
Señora que el panamá le da mal rollo
Día 20 y miércoles
Hace muchos, muchos años, en una galaxia muy lejana, allá por Salamanca y en un colegio de monjas, de los de falda pichi de tablas color caca y polainas marrones, la palabra panamá provocaba agobio.
Provocaba agobio y sudores de estío, porque significaba mantelería de doce servicios bordada a mano en clase de costura, que siempre me quedaba para septiembre... e incluso para octubre y noviembre.
No entendía que ese pedazo de lona de circo fuera a utilizarse como fondo de mesa. Pero para mi madre y para tantas otras, era un orgullo que su hijita bordara primorosamente aquella tela, basta donde las haya, porque el tejer o bordar te convertía en una Penélope femenina y hogareña.
En estos días la P de la palabra panamá se pone en mayúscula, y sigue provocando agobios y sudores primaverales a más de uno y de una.
Es como un sorteo, porque cada día sale un nombre o dos. Y esa salida a la luz trae un protagonismo no deseado en todos los medios de comunicación.
Protagonismo para muchos, cada vez más, y vergüenza ajena para tantísimos, que ya no sabemos si mirar a otro lado o coger el petate y abandonar esta pobre España, convertida en nido de corrupción sin visos de solución.
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