sábado, 23 de abril de 2016

Señora que narra la historia de Sant Jordi

Día 23 y sábado 
Así de linda luce mi casita en Barcelona, llena de rosas, cual modelo de Dolce&Gabanna.
Es San Jordi, San Jorge para los no catalanes, que como todo el mundo sabe fue un caballero, porque iba a caballo, que mató a un dragón, que era el malo de la historia.
Los dragones son un pelín conflictivos. La Khaleesi que tiene unos pocos en nómina lo puede corroborar.
Resulta que el dragón de esta historia era un poco tragón. 
Se merendaba un par de corderos diarios que le llevaba la gente del pueblo.
A ese paso pronto se acabaron los corderos y toda la cabaña ovina.
Entonces a alguien se le ocurrió un sorteo para ver a quién le tocaba ser el menú del dragón. 
Extraño juego lotero, pero bueno, a la familia que le caía el gordo le pagaban unos maravedíes y todos contentos. Un plato menos.
Pero los de la realeza, como siempre pasa, no entraban en el bombo. Decían que si ellos estaban aforados y tal. 
El caso es que los de a pie se cansaron de hacer el primo y dijeron que o jugaban todos o rompían la baraja.
Y llegó el día que le tocó a la princesa.
La princesa suspiró, como todas las princesas, se puso su vestido de seda y partió hacia la cueva donde moraba el dragón, que ya estaba poniendo la mesa, mientras tarareaba aquello de "ahora es demasiado tarde princesa...
Y cuando el dragón abrió la boca para devorar a la linda princesa, apareció el caballero Jordi que sin bajarse del caballo ni nada, atravesó con su espada el corazón del dragón. 
De la herida brotó una rosa. Se ve que la sangre de dragón tiene buen abono. 
Y Jordi ofreció la rosa a la aturdida princesa.
De ahí viene la costumbre de regalar en este día una rosa a las damiselas.
También es el día del libro, pero ya me he cansado de escribir.
Voy a tomar café.
Felicidades Jorges, Jordis, floristeros, libreros y escribas.

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