viernes, 27 de diciembre de 2013

Señora que cocina por Nochebuena





 Despierto en un hotel sevillano. Es 25 de diciembre, fun fun fun... 
La noche llamada Nochebuena ha sido de todo menos buena. Ciclogenética, nuevo palabro para definir el temporal de lluvia y viento, aderezado con árboles tumbados, alguna que otra tapia venida abajo y mucha, mucha agua.
A pesar de las inclemencias meteorológicas lo pasamos bien. Cobijados en el salón de la residencia sevillana de mi primogénita y rodeados de gatos, dimos buena cuenta de una buena cena napolitana. Porque mi familia tiene un ramalazo italiano fijo.
En casa, la pasta forma parte del menú de forma habitual. Día sí, día también.
Y en Nochebuena tampoco puede faltar.


Antes, en llegando estas fiestas yo preguntaba:
- "¿Qué os apetece este año?¿ Asamos un pavo?", decía yo con el hacha de talar pinos en la mano.
- "No fastidies, que se hace bola. Además los pavos son lindos. Anda, guarda el hacha..." decía Francesca
- "¿Cordero a la segoviana'?, proponía yo, sacando de la alacena los platos decapitadores.
-"¡Ay no! Con lo lanudos y esponjosos que son los corderitos. Mamá, ¿es que todo lo que propongas comer va a tener cara lastimera?"
Descarté la pularda, el estofado de vaca retinta y el cabrito cuchifrito. Di por hecho que el conejo con arroz tampoco iba a ser muy aplaudido en cuanto les recordara al de Alicia en su país.
- "¿Qué tal una buena lombarda?"
- "A mi me da gases", replicó el mediano
Nada de conciertos de tuba. Fuera coles de bruselas, romanescus y demás verduras flatulentas.
Pues se me acaba la lista...
"¿ Y por qué no haces macarrones?", dijo el pequeño al verme con cara circunspecta.
Y ahí están, siempre presentes. Como plato principal de noches buenas, o malas.
 Sí aceptaron algún bichejo marino tipo gamba o almeja, alguna tartaleta o croqueteo alrededor, pero la fuente de pasta tiene que presidir nuestra mesa como una reinona.
Pues hágase su voluntad. Me lo ponen fácil... y siempre triunfo...




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